Aunque la clasificación esté clara, las causas se suelen superponer y no son claramente diferenciables. Esta división se realiza según su origen:
Síndrome de dolor vesical o uretral. Dolor con la micción sin presentar infección de orina; provoca malestar al orinar y necesidad de micción con alta frecuencia.
Dolor con la relación sexual.
Dolor con la penetración.
Dolor con el roce en los genitales.
Dolor coincidente con la menstruación.
Causa orgánica (hemorroides, fisura anal, fístula, proctitis, coccigodinia, úlcera rectal solitaria); causa funcional (proctalgia crónica, síndrome del elevador del ano, proctalgia fugax).
Síndrome de atrapamiento del nervio pudendo. Dolor en la zona del nervio pudendo que pertenece al periné, zona anal y genital. Se trata de un dolor que característicamente empeora al estar sentado y mejora a la noche.
Un interrogatorio clínico exhaustivo es clave para orientar el diagnóstico. Conocer los antecedentes personales sobre otras enfermedades, traumatismos en la zona, cirugías o tratamientos recibidos, historia de embarazos y partos, es fundamental. Además, dependiendo del tipo de dolor, se podrán necesitar pruebas complementarias para poder llegar a un diagnóstico entre la variedad de causas posibles y descartar otras enfermedades, como pueden ser estudios de imagen como la resonancia magnética y estudios neurológicos sobre el suelo de la pelvis.
Tras orientar el tipo de dolor, el tratamiento será escalonado, comenzando de lo más sencillo (cambios en el estilo de vida), pasando por calmantes habituales, tratamientos especializados por fisioterapeutas, calmantes con mayor poder analgésico, infiltraciones de anestésicos locales… Las terapias son tan diversas como las causas y el tratamiento suele pasar por diferentes especialistas, con gran protagonismo en la fisioterapia y unidades del tratamiento del dolor.